Durante los catorce años que vivió en Europa, el pintor guanajuatense Diego Rivera (1886-1957) practicó diversos estilos artísticos. Sin embargo, al que le dedicó más tiempo fue al cubismo. Entre 1913 y 1917 realizó más de 100 obras cubistas y conoció personalmente a los padres de este movimiento pictórico: Juan Gris y Pablo Picasso. En sus cuadros cubistas, Diego Rivera introdujo motivos mexicanos. La más representativa de estas obras es el óleo Paisaje zapatista. En este cuadro, realizado en el verano de 1915 en París, Rivera pintó una alusión al paisaje montañoso del Valle de México, el fragmento de un colorido sarape zacatecano (que le prestó su amigo Martín Luis Guzmán), un sombrero de paja y un rifle con su respectiva canana, en un clara alusión a la revolución agraria que por aquellos años enarbolaba en México el caudillo campesino Emiliano Zapata.
De esta obra el propio Rivera escribió: "La hice sin un proyecto preliminar. Esta obra probablemente logra la expresión más fiel del temperamento mexicano que jamás logré". En ella Diego Rivera conjuntó dos objetivos: por un lado, expresarse en un lenguaje de vanguardia artística; por el otro, usar un tema mexicano y revolucionario para vincularse con la realidad social de su país. Sin embargo, más que una pintura política, en ese momento a Rivera le interesaba más la experimentación con las formas y el espacio cubistas.
Esta pintura fue basada en la siguiente imagen:
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